Elizabeth Garrido: “Tal como ocurre con el carbón, Chile debe reducir su dependencia del agua dulce”
Directora de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello plantea que el país requiere una política integral para abordar la escasez de agua, el impacto ambiental de su ciclo urbano y los contaminantes emergentes, que hasta ahora no están normados.
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Eventos en el mundo que dejan en evidencia el cambio climático, y que en Chile se traduce en una prolongada sequía, sumado al reciente informe del grupo de expertos de Naciones Unidas, "mucho más pesimista" de lo esperado, justifican, en opinión de la directora de la Escuela de Ciencias Ambientales y Sustentabilidad de la U. Andrés Bello, Elizabeth Garrido, que el tema hoy ya esté en las conversaciones y la hace esperar que "se generen cambios reales".
Considera que un avance central sería que los esfuerzos que se realicen para abordar este problema tengan una perspectiva más integral.
"Hay iniciativas muy independientes e interconectadas una de la otra. Por ejemplo, se está poniendo bastante énfasis en la descarbonización en materia energética, pero se ha avanzado muy poco en escasez hídrica, y en el tema de la economía circular, la ruta que se elaboró está basada principalmente en el reciclaje y no incorpora el agua. Falta que todos estos sistemas están interconectados", afirma la ingeniera ambiental y doctora en Ciencias de Recursos Naturales de la Universidad de La Frontera.
Y subraya que "al cambio climático no se le va a hacer frente solamente disminuyendo la carbonización, se requiere un cambio de paradigma, de cómo se están haciendo las cosas en términos ambientales".
-¿Cuáles son los principales problemas que trae el cambio climático a Chile?
-Por su geografía, Chile es uno de los países que tiene mayor vulnerabilidad asociada al cambio climático. Tenemos ciudades a nivel del mar, lugares más desertificados, la contaminación atmosférica y lo que estamos viviendo ahora en sequía y escasez hídrica. Lo de agua es un poco paradójico, porque hace unos pocos años nos consideramos privilegiados en recursos hídricos. Hablábamos de que teníamos algo así como 53 mil metros cúbicos por persona. Esa es una realidad que ya no existe, y además los recursos hídricos están distribuidos de forma muy diferente a lo largo de Chile y vemos como la desertificación se ha ido moviendo hacia la zona central.
Hay otros problemas que también se han sido evidenciando, como la contaminación del agua, que es un tema que hoy día está quedando muy relegado frente a la baja disponibilidad, pero que nos puede traer como consecuencia más adelante agua de baja calidad.
-¿Cuáles son las respuestas más factibles o que primero deberían implementarse respecto de la escasez de agua?
-Creo que uno de los principales es la institucionalidad. Hay muchos organismos que tienen algo que ver con el agua, pero no hay un eje central que lo ordene. El año pasado se conformó la Mesa Nacional del Agua y se avanzó hacia eso, pero hasta ahora no se ha materializado.
Lo otro tiene que ver con un cambio en la mirada. Hace años la gente que trabajaba en medio ambiente estaba enfocada en mitigar, hoy la mirada debería ser prevenir. En el caso del agua, repensar su uso, bajar el consumo. Un ejemplo clásico: en Chile tenemos una infraestructura de distribución de agua potable donde se pierde entre el 30% y 40% de la que se distribuye. Estamos perdiendo una tremenda cantidad de agua.
También tenemos que diversificar las fuentes. En este momento dependemos principalmente de agua subterránea y aguas superficiales, que es el agua dulce. Pero hay que mirar hacia otras fuentes, como la reutilización de agua servida, las aguas industriales. En la zona norte se está vertiendo agua vía emisario submarino al mar, podría reutilizarse en diferentes procesos.
Al igual como en el área de la energía, donde queremos bajar nuestra dependencia de la matriz energética asociada al carbón, también hay que bajar la dependencia del agua dulce, del agua que proviene de nuestros recursos, que hoy día vemos que se están agotando. Hay que buscar otras fuentes que nos puedan abastecer.
-¿Recomienda sobre todo la reutilización, entonces?
-Sí, y no solamente de aguas servidas. Las industrias pueden reutilizar, los hogares también. Está la desalinización, pero se recomienda menos porque también genera impactos ambientales negativos.
-Cuando dice que entre el 30% y 40% del agua se pierde, esa es agua potable.
-Sí y es un tema que no solamente está asociado a la cantidad de agua, sino que también a diferentes impactos ambientales que se generan en el ciclo, desde que se capta el agua, se potabiliza, se distribuye, se consume o se usa, se desecha, se vuelve a tratar y se dispone. Cada una de esas etapas generan impacto ambiental, ya sea por el uso de reactivos químicos, por uso de energía por los sistemas de aireación y eso de alguna forma contribuye a aumentar los gases efecto invernadero, entre otros problemas. No es que sólo estemos consumiendo cierta cantidad de litros al día, sino que también al consumir agua potable estamos generando impactos ambientales.
Al reducir la pérdida de agua potable también estoy disminuyendo impactos ambientales asociados al proceso de potabilización o al reutilizar agua tratada en una planta de tratamiento, estoy evitando pasar por el mismo proceso desde la potabilización hasta la disposición final, y eso genera disminución de impactos ambientales y menor presión sobre el recurso de agua dulce.
-También mencionaba la contaminación del agua, ¿cómo se relaciona ese problema con este momento que estamos viviendo de cambio climático?
-Hemos avanzado mucho en cobertura de agua potable, en tratamiento de agua, pero estamos muy al debe en abordar contaminantes que se han ido detectando, contaminantes emergentes, como antibióticos, pesticidas de diferentes compuestos, nutrientes.
En Chile tenemos una normativa que regula la descarga de aguas residuales a los cuerpos de agua continentales o superficiales, pero en esa normativa no se consideran los contaminantes emergentes. Es un tema súper relevante porque cada vez es mayor la evidencia que demuestra este tipo de contaminantes producen, por ejemplo, resistencia bacteriana. Algunos son disruptores endocrinos, pero en Chile no es un tema que hoy esté en las conversaciones. Y a mí me preocupa porque estamos en proceso de revisión del Decreto Supremo 90, que regula la descarga de residuos líquidos a cursos de agua, pero no se está incluyendo un parámetro importante, como es la demanda química de oxígeno, que permitiría determinar este tipo de contaminantes emergentes.
-¿Por qué no está incluido este tema?
-No es fácil incluirlo, porque muchos de los métodos de detección y los sistemas de tratamiento todavía están a nivel de investigación, y son más costosos. Además, cualquier cambio de normativa requiere un cierto periodo para que las empresas se preparen. Posiblemente en Chile aún no tenemos la capacidad instalada para poder hacer frente a esto y hay poco incentivo por investigar, monitorear. Es un tema que se conoce, pero en el que no se hace nada aún.
Muchas personas que participamos en la consulta ciudadana a partir de la revisión del Decreto Supremo 90 manifestamos que era necesario incluir la demanda química de oxígeno, pero no sabemos si finalmente va a quedar.
Nuestra normativa tampoco regula el cuerpo receptor. Eso es importante porque, por ejemplo, no es lo mismo que un lago reciba la descarga de diez empresas que cumplen la normativa a un lago que recibe la descarga de cien empresas que cumplen la normativa. Entonces, claro, tenemos cuerpos de agua que están saturados a pesar de que las empresas están cumpliendo la norma, porque no hay una planificación, no se busca cuidar el cuerpo de agua.